Mitología, ninfas, huríes y otros seres reales ángeles
VI y última.¿Vuelve el polvo al polvo?¿Vuela el alma al cielo?¿Todo es, sin espíritu,podredumbre y cieno?No sé; pero hay algoque explicar no puedo,algo que repugnaaunque es fuerza hacerloa dejar tan tristes,tan solos los muertos.Y el color que tanto le duele, que hace llorar al poeta en la soledad de su alcoba, le llama con los recuerdos de su ciudad natal, le muerde una y otra vez. Una y otra vez busca el color en todo, ojos, paredes, puertas, sueños:Porque son, niña, tus ojosverdes como el mar te quejas;verdes los tienen las náyades,verdes los tuvo Minerva,y verdes son las pupilasde las hurís del Profeta.Porque son, niña, tus ojosverdes como el mar te quejas;quizás si negros o azulesse tornasen lo sintieras.Bécquer.Nuestro ganado pace, el viento espiraEra mi voz antiguaignorante de los densos jugos amargos.La adivino lamiendo mis piesbajolos frágiles helechos mojados.¡Ay voz antigua de mi amor,ay voz de mi verdad,ay voz de mi abierto costado,cuando todas las rosas manaban de mi lenguay el césped no conocía la impasible dentadura del caballo!Estás aquí bebiendo mi sangre,bebiendo mi humor de niño pesado,mientras mis ojos se quiebran en el vientocon el aluminio y las voces de los borrachos.Déjame pasar la puertadonde Eva come hormigasy Adán fecunda peces deslumbrados.Déjame pasar, hombrecillo de los cuernos,al bosque de los desperezosy los alegrísimos saltos.Yo sé el uso más secretoque tiene un viejo alfiler oxidadoy sé del horror de unos ojos despiertossobre la superficie concreta del plato.Pero no quiero mundo ni sueño, voz divina,quiero mi libertad, mi amor humanoen el rincón más oscuro de la brisa que nadie quiera.¡Mi amor humano!Esos perros marinos se persigueny el viento acecha troncos descuidados.¡Oh voz antigua, quema con tu lenguaesta voz de hojalata y de talco!Quiero llorar porque me da la ganacomo lloran los niños del último banco,porque yo no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja,pero sí un pulso herido que sonda las cosas del otro lado.Quiero llorar diciendo mi nombre,rosa, niño y abeto a la orilla de este lago,para decir mi verdad de hombre de sangrematando en mí la burla y la sugestión del vocablo.No, no, yo no pregunto, yo deseo,voz mía libertada que me lames las manos.En el laberinto de biombos es mi desnudo el que recibela luna de castigo y el reloj encenizado.Así hablaba yo.Así hablaba yo cuando Saturno detuvo los trenesy la bruma y el Sueño y la Muerte me estaban buscando.Me estaban buscandoallí donde mugen las vacas que tienen patitas de pajey allí donde flota mi cuerpo entre los equilibrios contrarios.Garcilaso
Etiquetas: Seleccionado por Leslie Walker
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio